sábado, 22 de febrero de 2014

Pijijiapan se localiza en la costa del Pacífico, en el estado de Chiapas; su nombre está compuesto de los vocablos pijiji, de origen mame, que es el nombre de un ave palmípeda característica de la región, y apan, que significa “lugar”, o “lugar en el agua ”, es decir “lugar de pijijis”.

El asentamiento donde se encuentra actualmente la población fue fundado hace más de mil años, y a lo largo de este tiempo el lugar ha recibido diversas influencias culturales, motivadas principalmente por el comercio con olmecas, nahuas, aztecas, mixes y zoques, y otros grupos de Centroamérica. Pero el grupo étnico que consolidó Pijijiapan, cultural y genéticamente, fueron los mames (protomayas provenientes del sur). Hacia 1524 el municipio fue conquistado por los españoles que comandaba Pedro de Alvarado, a su paso hacia Guatemala.

La historia de Pijijiapan cuenta con un periodo colonial de 1526 a 1821, año en que Guatemala se independiza de España; entonces el Soconusco y Chiapas, que estaban incorporados a Guatemala, también quedan independientes. Pero no es sino hasta 1842, luego de que el Soconusco se anexa a Chiapas –y por lo tanto a México– que la región pasa a formar parte de la República Mexicana.

En la actualidad se encuentran algunos vestigios de lo que fue su rico pasado. Como a 1 500 m del poblado, al oeste del río Pijijiapan, se localizan unas piedras esculpidas que se conocen como “La retumbadora”; este grupo cuenta con tres grandes piedras grabadas de origen olmeca; la más imponente y en mejores condiciones es la “piedra de los soldados”, cuyos relieves fueron hechos durante la “fase San Lorenzo” (1200-900 a.C.). La población de San Lorenzo se ubica en el centro de la región olmeca de La Venta, entre Veracruz y Tabasco. Aunque en toda la región costera aparecen elementos olmecas, los relieves de las piedras de Pijijiapan prueban que aquí existió un asentamiento olmeca y que no fue sólo paso de comerciantes.





El municipio cuenta con dos zonas ampliamente diferenciadas en cuanto a su topografía: una plana que se extiende paralela al mar y otra muy accidentada que empieza con lomeríos, se desarrolla en las estribaciones de la Sierra Madre y termina en la cúspide de la misma. La zona costera de Chiapas fue el corredor natural de las migraciones hacia el sur y del tránsito del comercio y de las conquistas.

Durante la época prehispánica hubo en los esteros una compleja red de canales que los antiguos utilizaban para transportarse a largas distancias, incluso hasta Centroamérica. El constante asedio que sufrió la zona debido a los intentos de conquista y de invasión provocó, en muchos casos, que el número de habitantes disminuyera drásticamente, ya que los naturales de la zona buscaban el refugio de la sierra o emigraban, a fin de evitar los ataques.

Existe en la región un importante e interminable sistema lagunario con esteros, esterillos, pampas, barras, etcétera, a donde por lo común se llega sólo por panga o lancha. Entre los esteros más accesibles se encuentran Chocohuital, Palmarcito, Palo Blanco, Buenavista y Santiago. La zona de marismas tiene un ancho aproximado de 4 Km. de suelos salitrosos, con una considerable cantidad de arcilla negra.

En las playas, entre palmeras y la exuberante vegetación, se descubren pequeñas casas de palizadas de mangle, techos de palma y otros materiales de la región, que dan un aspecto y un sabor muy propio a estas pequeñas aldeas de pescadores. Hasta la barra donde están ubicadas las comunidades se llega en panga, y también en lancha se puede recorrer la ribera de los esteros y admirar sus mangles blancos y rojos, palmas reales, tules, lirios y zapote de agua, por más de 50 kilómetros. La fauna es rica y diversa. Hay lagartos, mapaches, nutrias, pijijis, garzas, chachalacas, tucanes, etcétera. Los esterillos constituyen una red intrincada de pasadizos acuáticos, con pequeños entornos de gran belleza. Aquí es común encontrarse con bandadas de diferentes tipos de aves.

Además de esta extraordinaria marisma el municipio cuenta con otro atractivo natural: los ríos. A muy poca distancia de la población, en el río Pijijiapan existen lugares propicios para nadar llamados “pozas”. La red de la cuenca hidrológica de la región es intrincada; hay innumerables arroyos, muchos de ellos son afluentes de los ríos que en su mayoría son de corriente permanente. Las pozas más conocidas son la “del Anillo”, la “del Capul”, la “del Roncador”, entre muchas otras. Algunas cascadas son también dignas de visitarse, como la de “Arroyo Frío”.


Pero además de sus atractivos naturales y arqueológicos, Pijijiapan es hoy un bello asentamiento con una interesante arquitectura vernácula, algunos edificios datan del siglo XIX; en la plaza principal encontramos el típico quiosco y su iglesia dedicada a Santiago Apóstol. Una de las características es la pintura de las casas, de muchos colores, utilizados sin ningún temor. Desde inicios del siglo XX empiezan a construirse las casas llamadas popularmente “embarradas”, con techos de teja. Existe en la región una arquitectura que hay que proteger, una manifestación creativa muy propia que le da al sitio una personalidad sumamente peculiar.

La primitiva aldea estaba constituida, hasta finales del siglo XIX, por viviendas tradicionales de origen prehispánico, con piso de tierra, paredes de madera rolliza y techumbre de palma sobre estructura de madera. Hoy este tipo de construcciones prácticamente han desaparecido. Es de particular interés el cementerio de la localidad con tumbas del siglo XIX y versiones modernas de enorme colorido. En el poblado del Llanito, a escasos minutos de la cabecera municipal, está una capilla de la Virgen de Guadalupe que debe visitarse. Asimismo, en la casa de la cultura de la localidad se encuentran interesantes piezas arqueológicas, como incensarios, figurillas, máscaras y tepalcates.

Pijijiapan tiene también una enorme riqueza gastronómica, que incluye caldos, langostinos, bagres, camarón, róbalo, etcétera, además de los platillos regionales, bebidas endulzan tes, panes y complementos de las comidas que son parte de la alimentación diaria de los lugareños, por ejemplo el cochino al horno, barbacoa de res, frijoles escumite con carne salada, caldo de gallina de rancho, caldo de pigua, una gran variedad de tamales: de rajas, de iguana, de frijol con yerba santa y de chipilín con camarón; hay bebidas como el pozol y el tepache; los panes que más se ven son los marquesotes; los plátanos se preparan de muchas formas: cocidos, fritos, asados en caldo, curados y rellenos de queso.

También son importantes los quesos que se preparan aquí y que se ven por todos lados, como el fresco, el añejo y el cotija. Para los amantes de la pesca, en junio se organizan varios torneos; las especies a calificar son el róbalo y el pargo; a esta competencia acuden pescadores de todo el estado.

Por todo lo anterior, esta región costera del estado de Chiapas es atractiva por donde se le vea. Cuenta con infraestructura hotelera modesta en muchos de los casos, pero limpia. En la casa de la cultura habrá siempre gente dispuesta a ayudarle en su recorrido.